Dussel, E. El humanismo helénico, Eudeba, Bs. As.,
1976, pág. IX-XII.
Hipótesis De Investigación
La
filosofía contemporánea se encuentra en crisis. El pensar filosófico indaga sus
propios fundamentos, estudia las etapas de su constitución. Para ello,
evidentemente, es necesario referirse a los momentos pre-filosóficos, a la
historia de la existencia cotidiana.
Es
decir, la filosofía surge dentro de un horizonte no filosófico; dicho horizonte
pre-filosófico, pre-científico, no podrá nunca ser ignorado. Estará siempre
"ahí", condicionando el resto. No es un mundo pre-ontológico (vorontologische
como dice Heidegger), sino pre-científico o pre-filosófico (prescientifique
como dice De Waelhens). No se trata de un mundo sin estructuras, caótico,
desarticulado. Es un mundo todavía no tematizado filosóficamente, pero que
tiene sus estructuras antropológicas, metafísicas, morales, perfectamente
ejercidas e investigables. La filosofía contemporánea, gracias al concepto de
"mundo de la vida cotidiana" (el Lebenswelt de Husserl), puede
cuestionar no sólo la historia de la filosofía constituida, sino las etapas
históricas previas y paralelas a su constitución. Es decir, en el tiempo en que
todavía los helenos no habían inventado la filosofía, ya existían en otros
pueblos, y en el mismo pueblo griego, estructuras intencionales perfectamente
estructuradas, sea en los ritos, en las leyendas, en fin, en lo que llamaremos,
siguiendo a Paul Ricoeur, el "núcleo ético-mítico", que no es sino el
complejo orgánico de posturas, concretas de un grupo ante la existencia. No es
sólo una visión teórica del mundo (Weltanschauung), sino también una
postura existencial concreta, un modo de comportarse (éthos).
Todo
esto, evidentemente, abre a la filosofía horizontes insospechados de
investigación. Toda estructura intencional, sea la más primitiva o la más
evolucionada, sea europea, latinoamericana, africana o asiática, puede ser
tematizada filosóficamente. No decimos, y este error de lectura es grave, que
exista una "filosofía explícita" antes del momento de su constitución
griega, sino que existen estructuras intencionales que permiten al
filósofo desentrañar su orden, su significación, su jerarquía.
Pero
es todavía más. Aun en el tiempo de la filosofía ya constituida, ésta, la
filosofía, dependerá siempre de la experiencia precientífica y cotidiana del
mismo filósofo, de la filosofía. La experiencia pre-filosófica juega entonces,
siempre, el papel de condicionante y después de condicionado por el mismo
pensamiento filosófico explícito. Así Platón estaba condicionado por el
"mundo griego" pre-filosófico, pero, al mismo tiempo, su visión
explícita del mundo pre-determinará, de algún modo, a todo el futuro de la
cultura helenista.
Aunque
lo dicho es bien conocido en la filosofía contemporánea, son todavía pocos los
trabajos realizados en este sentido. El mundo pre-filosófico no es objeto de
trabajos históricos sistemáticos. Y, de un modo especial, podría esto decirse
de nuestro grupo cultural latinoamericano.
Lo
que nos proponemos es, entonces, comenzar la fundamentación desde sus últimas
raíces intencionales del "mundo latinoamericano pre-filosófico". Ese
mundo del cual la reflexión del filósofo parte; ese mundo que el filósofo
tematiza; ese mundo en el cual vuelca al fin su labor clarificadora.
Nuestro
estudio no puede partir sino de ese "mundo", pero en tanto
"hablado", en tanto expresado por el lenguaje. Es bien sabido que la
exégesis (por ejemplo, con Rudolf Bultmann) o la hermenéutica (piénsese en la
posición de Karl Jaspers, Paul Ricoeur, Enrico Castelli) es hoy objeto de las
mayores disputas. No puede ser de otro modo, ya que contemplamos el
renacimiento de la "ciencia de la interpretación", llave de todo
trabajo histórico posible. ¿Cómo puede concebirse un estudio de historia de la
filosofía o de historia del "mundo" pre-filosófico sin textos que nos
lo presenten? ¿Cómo puede comprenderse adecuadamente un texto sin las reglas de
interpretación? ¿Los filósofos no han caído muchas veces en graves errores de
interpretación por una falta absoluta de hermenéutica?
Vemos,
entonces, que se trata del supuesto de toda reflexión histórico-filosófica
posible. Existen, al menos, tres niveles de expresión que deben discernirse
claramente. Estos niveles se expresan por el lenguaje, pero por lenguajes
diversos. El saber situarse adecuadamente en cada nivel es esencial para llegar
a alguna conclusión.
En
primer lugar, descubrimos el lenguaje de la vida cotidiana, el más rico
de todos, pletórico de doble sentido, de múltiples significaciones, donde el
gesto y el tono indican lo inexpresable por el verbo: los símbolos, los mitos,
los comportamientos. La filosofía del lenguaje, la historia y fenomenología de
la religión, la exégesis en general, el psicoanálisis nos ayudan a descubrir el
"sentido" de este nivel cotidiano del lenguaje.
El
segundo nivel expresa los contenidos últimos del mundo de la vida
cotidiana, que llamaremos cosmovisiones (las Weltanschauungen que tanto
estudió Dilthey), pero que son en verdad el horizonte ontológico de
comprensión. Es un lenguaje implícito a veces expresado por la sabiduría
popular o por una cierta reflexión a nivel vulgar, no por ello menos sabiduría.
El
nivel tercero es estudiado por la historia de la filosofía. Se trata de
la expresión justificada y filosófica de la existencia cotidiana; la Weltanschauung
explícita. El lenguaje filosófico, aunque más claro y racional que el de la
vida cotidiana, se encuentra a tal punto ligado a éste que es más
incomprensible a la simple mirada que lo que muchas creen. El filósofo
"expresa" un mundo pre-filosófico que se supone conocido y
condicionante del sentido de su propia expresión. Quien desconociera el
"mundo de la vida cotidiana" griega difícilmente podría comprender
auténticamente el conjunto de lecciones reunido en la llamada Metafísica de
Aristóteles o en su Ética a Nicómaco. El condicionamiento real de la
filosofía con respecto a su mundo es correlativo al condicionamiento de la
comprensión auténtica de una filosofía a partir de su mundo.
Todos
estos niveles, evidentemente, se dan simultáneamente, están transidos de
temporalidad, y, por ello, están inmersos en el inevitable
"relativismo" histórico. Con la palabra "relativismo"
queremos sólo expresar la necesaria "relación" del lenguaje a su tiempo,
y la incomprensibilidad de todo lenguaje desde otro tiempo. Por ello, para
comprender la verdad absoluta e intemporal de un lenguaje es necesario situarse
en su tiempo, y es allí, sólo allí, en su tiempo, donde el lenguaje
temporal recobra su valor de verdad absoluta, para todos los tiempos. Saber
situarse, sin embargo, en la perspectiva adecuada exige cumplir las reglas de
la hermenéutica. La hermenéutica, entonces, diciendo lo mismo de otro modo, es
la ciencia que permite situarse correctamente en un
"presente-pasado"; es la ciencia de la reconstitución de la
"perspectiva presente de un pasado", para discernir desde esa
perspectiva un contenido que deberá verterse diferentemente en el
"presente-actual". El gran error de muchos tradicionalistas,
integristas, o simplemente ignorantes de la temporalidad, es querer comprender
y expresar un lenguaje pasado con un lenguaje actual, lo que significa un mortal
error de interpretación y de expresión. La verdad, comprendida y expresada por
los hombres del pasado, pasa totalmente inadvertida al incorrecto intérprete.
El único modo de ser fiel a una verdad pasada, es descubrir y recobrar el
contenido, cambiando el lenguaje pasado por el actual, lo cual significa una
mayúscula tarea de inteligencia histórica y metafísica.
Repitamos.
La situación histórica de todo lenguaje no es absolutamente relativa; antes
bien constituye una relación absoluta en "su" mundo ante el
ser, la realidad, para siempre. Lo verdadero en cualquier presente es siempre
verdad si el espectador sabe situarse adecuadamente en su tiempo. Saber
situarse adecuadamente en la posición histórica absoluta es justamente la tarea
de la historia de la filosofía. La consideración absoluta del ser es objeto de
la metafísica misma. Nuestro trabajo es sólo un prolegómeno, porque nos permite
"saber situarnos", es decir, es historia de la filosofía, o aun
historia de la pre-filosofía.
El
trabajo que presentamos significa el comienzo de ese prolegómeno. Será
necesario, después de haber expuesto las estructuras pre-filosóficas del mundo
griego y semita, encarar toda la evolución de las mismas estructuras en el
mundo de la cristiandad romano-europea, para desembocar después en la península
ibérica.
Con
ello habremos sólo dado cuenta de la posición histórica del conquistador. Nos
faltará todavía estudiar el mundo amerindiano, el "choque" con el
hispánico, la constitución de América Latina, la evolución de la cristiandad
colonial, de las naciones neocoloniales para llegar, al fin, a tratar
adecuadamente el mundo pre-filosófico actual en nuestra América, que es el
objeto último de nuestras investigaciones.
Enrique
D. Dussel
París,
1963.
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