jueves, 16 de agosto de 2012


Dussel, E. El humanismo helénico, Eudeba, Bs. As., 1976, pág. IX-XII.





Hipótesis De Investigación



La filosofía contemporánea se encuentra en crisis. El pensar filosófico indaga sus propios fundamentos, estudia las etapas de su constitución. Para ello, evidentemente, es necesario referirse a los momentos pre-filosóficos, a la historia de la existencia cotidiana.

Es decir, la filosofía surge dentro de un horizonte no filosófico; dicho horizonte pre-filosófico, pre-científico, no podrá nunca ser ignorado. Estará siempre "ahí", condicionando el resto. No es un mundo pre-ontológico (vorontologische como dice Heidegger), sino pre-científico o pre-filosófico (prescientifique como dice De Waelhens). No se trata de un mundo sin estructuras, caótico, desarticulado. Es un mundo todavía no tematizado filosóficamente, pero que tiene sus estructuras antropológicas, metafísicas, morales, perfectamente ejercidas e investigables. La filosofía contemporánea, gracias al concepto de "mundo de la vida cotidiana" (el Lebenswelt de Husserl), puede cuestionar no sólo la historia de la filosofía constituida, sino las etapas históricas previas y paralelas a su constitución. Es decir, en el tiempo en que todavía los helenos no habían inventado la filosofía, ya existían en otros pueblos, y en el mismo pueblo griego, estructuras intencionales perfectamente estructuradas, sea en los ritos, en las leyendas, en fin, en lo que llamaremos, siguiendo a Paul Ricoeur, el "núcleo ético-mítico", que no es sino el complejo orgánico de posturas, concretas de un grupo ante la existencia. No es sólo una visión teórica del mundo (Weltanschauung), sino también una postura existencial concreta, un modo de comportarse (éthos).

Todo esto, evidentemente, abre a la filosofía horizontes insospechados de investigación. Toda estructura intencional, sea la más primitiva o la más evolucionada, sea europea, latinoamericana, africana o asiática, puede ser tematizada filosóficamente. No decimos, y este error de lectura es grave, que exista una "filosofía explícita" antes del momento de su constitución griega, sino que existen estructuras intencionales que permiten al filósofo desentrañar su orden, su significación, su jerarquía.

Pero es todavía más. Aun en el tiempo de la filosofía ya constituida, ésta, la filosofía, dependerá siempre de la experiencia precientífica y cotidiana del mismo filósofo, de la filosofía. La experiencia pre-filosófica juega entonces, siempre, el papel de condicionante y después de condicionado por el mismo pensamiento filosófico explícito. Así Platón estaba condicionado por el "mundo griego" pre-filosófico, pero, al mismo tiempo, su visión explícita del mundo pre-determinará, de algún modo, a todo el futuro de la cultura helenista.

Aunque lo dicho es bien conocido en la filosofía contemporánea, son todavía pocos los trabajos realizados en este sentido. El mundo pre-filosófico no es objeto de trabajos históricos sistemáticos. Y, de un modo especial, podría esto decirse de nuestro grupo cultural latinoamericano.

Lo que nos proponemos es, entonces, comenzar la fundamentación desde sus últimas raíces intencionales del "mundo latinoamericano pre-filosófico". Ese mundo del cual la reflexión del filósofo parte; ese mundo que el filósofo tematiza; ese mundo en el cual vuelca al fin su labor clarificadora.

Nuestro estudio no puede partir sino de ese "mundo", pero en tanto "hablado", en tanto expresado por el lenguaje. Es bien sabido que la exégesis (por ejemplo, con Rudolf Bultmann) o la hermenéutica (piénsese en la posición de Karl Jaspers, Paul Ricoeur, Enrico Castelli) es hoy objeto de las mayores disputas. No puede ser de otro modo, ya que contemplamos el renacimiento de la "ciencia de la interpretación", llave de todo trabajo histórico posible. ¿Cómo puede concebirse un estudio de historia de la filosofía o de historia del "mundo" pre-filosófico sin textos que nos lo presenten? ¿Cómo puede comprenderse adecuadamente un texto sin las reglas de interpretación? ¿Los filósofos no han caído muchas veces en graves errores de interpretación por una falta absoluta de hermenéutica?

Vemos, entonces, que se trata del supuesto de toda reflexión histórico-filosófica posible. Existen, al menos, tres niveles de expresión que deben discernirse claramente. Estos niveles se expresan por el lenguaje, pero por lenguajes diversos. El saber situarse adecuadamente en cada nivel es esencial para llegar a alguna conclusión.

En primer lugar, descubrimos el lenguaje de la vida cotidiana, el más rico de todos, pletórico de doble sentido, de múltiples significaciones, donde el gesto y el tono indican lo inexpresable por el verbo: los símbolos, los mitos, los comportamientos. La filosofía del lenguaje, la historia y fenomenología de la religión, la exégesis en general, el psicoanálisis nos ayudan a descubrir el "sentido" de este nivel cotidiano del lenguaje.

El segundo nivel expresa los contenidos últimos del mundo de la vida cotidiana, que llamaremos cosmovisiones (las Weltanschauungen que tanto estudió Dilthey), pero que son en verdad el horizonte ontológico de comprensión. Es un lenguaje implícito a veces expresado por la sabiduría popular o por una cierta reflexión a nivel vulgar, no por ello menos sabiduría.

El nivel tercero es estudiado por la historia de la filosofía. Se trata de la expresión justificada y filosófica de la existencia cotidiana; la Weltanschauung explícita. El lenguaje filosófico, aunque más claro y racional que el de la vida cotidiana, se encuentra a tal punto ligado a éste que es más incomprensible a la simple mirada que lo que muchas creen. El filósofo "expresa" un mundo pre-filosófico que se supone conocido y condicionante del sentido de su propia expresión. Quien desconociera el "mundo de la vida cotidiana" griega difícilmente podría comprender auténticamente el conjunto de lecciones reunido en la llamada Metafísica de Aristóteles o en su Ética a Nicómaco. El condicionamiento real de la filosofía con respecto a su mundo es correlativo al condicionamiento de la comprensión auténtica de una filosofía a partir de su mundo.

Todos estos niveles, evidentemente, se dan simultáneamente, están transidos de temporalidad, y, por ello, están inmersos en el inevitable "relativismo" histórico. Con la palabra "relativismo" queremos sólo expresar la necesaria "relación" del lenguaje a su tiempo, y la incomprensibilidad de todo lenguaje desde otro tiempo. Por ello, para comprender la verdad absoluta e intemporal de un lenguaje es necesario situarse en su tiempo, y es allí, sólo allí, en su tiempo, donde el lenguaje temporal recobra su valor de verdad absoluta, para todos los tiempos. Saber situarse, sin embargo, en la perspectiva adecuada exige cumplir las reglas de la hermenéutica. La hermenéutica, entonces, diciendo lo mismo de otro modo, es la ciencia que permite situarse correctamente en un "presente-pasado"; es la ciencia de la reconstitución de la "perspectiva presente de un pasado", para discernir desde esa perspectiva un contenido que deberá verterse diferentemente en el "presente-actual". El gran error de muchos tradicionalistas, integristas, o simplemente ignorantes de la temporalidad, es querer comprender y expresar un lenguaje pasado con un lenguaje actual, lo que significa un mortal error de interpretación y de expresión. La verdad, comprendida y expresada por los hombres del pasado, pasa totalmente inadvertida al incorrecto intérprete. El único modo de ser fiel a una verdad pasada, es descubrir y recobrar el contenido, cambiando el lenguaje pasado por el actual, lo cual significa una mayúscula tarea de inteligencia histórica y metafísica.

Repitamos. La situación histórica de todo lenguaje no es absolutamente relativa; antes bien constituye una relación absoluta en "su" mundo ante el ser, la realidad, para siempre. Lo verdadero en cualquier presente es siempre verdad si el espectador sabe situarse adecuadamente en su tiempo. Saber situarse adecuadamente en la posición histórica absoluta es justamente la tarea de la historia de la filosofía. La consideración absoluta del ser es objeto de la metafísica misma. Nuestro trabajo es sólo un prolegómeno, porque nos permite "saber situarnos", es decir, es historia de la filosofía, o aun historia de la pre-filosofía.

El trabajo que presentamos significa el comienzo de ese prolegómeno. Será necesario, después de haber expuesto las estructuras pre-filosóficas del mundo griego y semita, encarar toda la evolución de las mismas estructuras en el mundo de la cristiandad romano-europea, para desembocar después en la península ibérica.

Con ello habremos sólo dado cuenta de la posición histórica del conquistador. Nos faltará todavía estudiar el mundo amerindiano, el "choque" con el hispánico, la constitución de América Latina, la evolución de la cristiandad colonial, de las naciones neocoloniales para llegar, al fin, a tratar adecuadamente el mundo pre-filosófico actual en nuestra América, que es el objeto último de nuestras investigaciones.





Enrique D. Dussel

París, 1963.

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